Partiendo de una dramaturgia de fragmentación y construida por medio de sencillas convenciones escénicas, Breve silbido desde el exilio, es una obra donde el espectador es siempre un interlocutor presente; y donde tanto él como los actores y el músico, son testigos de las realidades de los personajes y sus pensamientos verbalizados; desdoblamientos de lo no dicho, para ser escuchado al menos una vez, en el Teatro.
Se desarrolla en varios planos de realidad:
Por lo tanto existen también tres planos de relación con el espectador:
En el escenario sólo hay un sillón, una pequeña camilla, un banquito y los artefactos de Ulises, el músico. Y nada más. El resto, a partir del primer acorde de Ulises, es una concatenación de fragmentos de estas realidades, guiadas en una especie de viaje emotivo. El recorrido de quienes se acercan hoy a la muerte.